Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Si se es optimista siempre se gana, si hay expectativas fuera del alcance, suele parecer una derrota, si las expectativas son la belleza de este sueño aleatorio, céntrico, concéntrico, sin orden ni destino, si a eso entregamos la agudeza de intuir y detectar, cuál fue el regalo del tiempo siempre estaremos aquí y más allá.
Yahir,¿por qué no cantas canciones de otros? (Por lo demás, sí que canto de otros y no siempre lo más popular) me preguntaba Oscar Alatorre, un amigo sinaloense que aprecio bastante y que conozco desde principios de los noventas, ya forma parte de ese extraño entramado del tiempo y el espacio entrañable, que (como dice la canción) nos hizo, nos hace, coincidir.
No canto “Covers” porque la música me decidió a mi, yo no decido a la música, porque mi trabajo ha sido ese, ese solitario menester quijotesco de luchar, caminar contra molinos y cuando creo que he “arado en el mar” o perdido mi tiempo, o he abusado de ingenuidad utópica, algo me sucede que me pone en vereda. No es que vea romantizado el asunto de ir contra el viento y defienda a capa y espada (mucho menos aconsejarlo) el estar resistiendo de hacer lo que se hace en tendencia para ganar más, o más seguro el pan de cada día: es, simplemente, que no me quedó de otra. Y qué bueno.
Mis conciertos son un pequeño encuentro con oídos y corazones que me apoyan, me siguen, y me dejan ser esto que soy, creo que lo único que me exigen, es que sea lo que voy siendo, no lo que se pretende o lo que se estila, como me dijo Luis Eduardo Aute, que mi canción no busca, encuentra y me lo advirtió, eso la pone en un contexto más difícil.
A mis canciones las abrazo ahora, antes podían serme, un asunto más parecido al descobijo, pero era y es mi labor, porque esas mismas canciones curan o cobijan a alguien. Es entonces que, sin saberlo, fui asumiendo que vivir era vivir, no obediente a un sistema, si no, crítico del mismo, de su concepción del amor y siempre y únicamente del amor y no sólo del amor romántico, siendo ese mi sistema.
Estamos a finales de marzo del año 2024, salí de Guadalajara con el fin de cuidar a Doña Ofe (y sobre todo estar con ella) mi madre, remplazar un poco a mis hermanos. Antes, gestioné dar unas funciones en un lugar muy bonito, un restaurante que está en un punto alto, donde se ven las inmensas bahías de Ohuira, de Topolobampo y un poco hasta la boca del Mar de Cortez. Me vine con una pequeña bocina amplificada Bose y mi guitarra flaca, unos micrófonos y un pequeño set, para sonar lo mejor posible, en un lugar que no tiene sonido. El plan que propuse era tocar diariamente, caí en buenas manos, porque Alejandra Alcaraz, que es conocedora de la trova y no ignoraba mi existencia, me propuso entonces (por mi conveniencia y para cuidarme) hacer tres fechas y fueron muy lindas, en esa locación, subí videos que verán quienes me ven y a quienes les salgo en ese archivo casi eterno que se llama internet.
Mi madre, que entre otros olvidos, olvida el más importante, el que se tiene que cuidar, que no puede comer todo, que no debe andar sola y de pronto la señora, así como ella es y quizá como yo, de alguna forma también soy, decide y se viste y dice voy para allá, para acá y quiere hacer su vida como la ha hecho, pero por salud y edad ya no es posible. Mis hermanos están al pendiente, pero uno vive a veintitrés kilómetros en otra ciudad y mi hermana, trabaja y sirve en La iglesia, ambos están muy llenos de actividades eclesiásticas y en fin, lo bueno es que a doña Ofe aquí en el barrio todo el mundo la conoce, la orientan, la cuidan y ojalá nos siga asistiendo la providencia y el amor de cada vecino y vecina, que de alguna forma, son como familia.
Estuve en el festival de Navachiste, hice una lista de mi ligero equipaje que llevaría, para estar en esas cercanías lejanas, (cercanas en latitud, lejanas en conexiones de transporte) sin embargo, la noche anterior a ir para aquellos lares, nos pusimos mi hermana y yo a disfrutar de unos vinos que se convirtieron en unas dos botellas (y ya no aguanto mucho), aunque disfruté bastante. Desperté con el sol ya de las ocho y como rayo, agarré lo que pude, olvidé el bloqueador solar y el complejo b, que iba a tomar para protegerme de los zancudos, por suerte no hubo zancudos, pero si algo de frío, tolerable.
Salí en el camioncito a Los Mochis y me dirigí al Mercadito Independencia, se me había ido ya el primer camión. Ahí me empecé a dar cuenta de lo bello y rústico que era mi viaje, empecé a disfrutar todo el entorno, me tomé un agua de cebada y abordé el camión, dónde una joven me platicó parte de su difícil y peculiar vida, era militar, me contó que tiene una hija, la cual nació de haber ocultado su embarazo a sus padres, que no se le notaba y que tenía catorce años y que su hija nació asistida por ella misma, me contó otras atrocidades de su vida de militar y se bajó en Bachoco. Seguí mi camino y llegué al Cerro Cabezón. Se había ido la “panga” encargada de llevarme al Festival Internacional de Navachiste, en La isla de los poetas. Pagué a un lanchero y me cruzó hasta el lugar, donde había tanta gente apapachadora, geniales y buenos, diversos y aventureros, musicales, eso sí, bailadores y musicales.
Mi concierto, breve, entregado, muy cordiales oídos y aplausos recibí. Regresé en un aventón con el pintor Eduardo Sanchez que facilitó mi periplo. Fue lindo, ver a Baldor, a Memo Macias, a Oscar Alatorre quien me hizo una entrevista, haberme encontrado además con Cecilia Beltrán y sus hijas, a Arquímedes, su hermano, al actor Armando Garval y los demás actores, pintores, poetas y bellos locos y locas que me dieron ese tiempo tan bonito.
Al llegar a casa después de haber abordado el camión, estaba mi hermano aquí con doña Ofe, ya me iban a hablar, decían, con “el pendiente de mi paradero” y así ha sido mi vida, he viajado y sigo, aunque mis pasos ya son más medidos a esta edad, siempre trato de ganar, ganar perdiendo, perder ganando, ¿qué es eso?, ser oficiante de mi labor de trovador y artista, gestionarme, estar en lo humano, ir creciendo y aprovechar la luz y las sombras.
Toqué mis canciones, cuidé y aquí sigo aquí cuidando a mi madre, doña Ofe, en este bello y enfiestado puerto de Topolobampo, Sinaloa, ella nació en 1 de abril y el 2 de abril celebra su “santo” así es que, me tocará abrazarla estos días.
De ahí seguir, allá a Guadalajara, donde cantaré el 19 de abril e irá toda esa bella gente que me acompaña en esta vida.
¡Salud!
Les dejo mi canción “Don Manuel el pescador” y feliz domingo para tod@s
Don Manuel el pescador (Youtube)
Don Manuel el pescador (Spotify)
Les dejo aquí la entrevista de Oscar Alatorre