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Gusto

Gusto

Si las hojas de un árbol hacen sonidos en un bosque y nadie lo escucha, ahí solo hay un movimiento molecular, el sonido lo crea el cerebro que lo escucha, igual que los colores son ausencia de esa luz y creados por el que los ve, misterio curioso que nos lleva a un campo de estudio, que no dominamos, pero resulta fascinante.

Esto me lleva a pensar que el cerebro es el creador y moderador de nuestros gustos, afinidades y predilecciones, de acuerdo a lo vivido, a la experiencia acumulada, a una serie de conexiones de la vida. 

Millan Kundera en su novela “La insoportable levedad del ser” novela filosófica, dice de muchas formas que cada acontecimiento de la vida tiene distintos significados según el que lo vive. “Nuestra vida cotidiana es bombardeada por casualidades, más exactamente por encuentros casuales de personas y acontecimientos a los que se llama coincidencias. Coincidencia significa que dos acontecimientos inesperados ocurren al mismo tiempo, que se encuentran: Tomás aparece en el restaurante y al mismo tiempo suena la música de Beethoven. La gente no se percata de la inmensa mayoría de estas coincidencias.”

Igual aquel pasaje, (esto vagamente recordado con mis palabras) de cómo a Teresa, (personaje de Kundera) tiene una idea de una iglesia que otros no tienen, es como las fobias, mi hermana tiene misofonía, mi hermano fobia a los cerillos. En alguna conexión de sus vidas, seguro se creo o se adquirió esa fobia. Yo tengo fobia a los mosquitos y más propiamente a su zumbido, muchos aborrecemos eso, pero sospecho que yo me pongo muy mal con la cuestión.

Yendo a la música, cada uno quisiera que su música favorita sea valorada por todos, igual en el oído que crea y moldea un gusto, según la apreciación y cierto grado de cultura. La música y sus exponentes es una forma sociocultural de congregarse. El estereotipo del cantante, grupo y el resultado de su creación, es a veces proporcional al grupo cultural que conforma su público. Yo como músico, no hago música para que no guste, sin embargo hay a quien no le gusta, no entiende, no se identifica, no le significa y hasta puede sonarles desagradable.

Como Teresa o como Tomás, mis conexiones musicales se crearon y se van moldeando. Cuando niño accedí a la trova y así accedí a algo que me atraía por ese medio: la poesía o cierta poética, cierto acercamiento a las letras, por tal, ese hallazgo fue una llave, (digo yo) para acceder a la cultura que me blindara de una precariedad cultural, no sin barbarie.

Por eso nos gusta o nos disgusta algo a veces.  Pienso en algunos que disfrutan ciertos alimentos de la calle y hay a quienes les falta barrio. La ópera, la música clásica, el jazz, suelen sonar muy pavoneados para quien solo consume el legado cultural de su entorno y viceversa, quien tuvo acceso a la cultura refinada, no fácilmente se asomará al deleite del arte popular, campirano, puro del folclor de los pueblos y ambos extremos se podrían estar perdiendo de algo.

“El arte se pavonea” dijo Héctor Murena en su libro “La metáfora y lo sagrado”

Podemos ser recelosos y ahí hay cierta congruencia, en el caso de la trova y la canción social se busca ser consecuente. 

Pero el oído acepta o rechaza o se va adiestrando. La música mayormente es consumida de forma recreativa, no suele verse como la pintura, que puede alborotarnos las entrañas, causar desagrado, sin embargo hay ahí una obra de arte o una entrega honesta del pintor y podría ser el caso de ciertas composiciones viscerales o cruentas, tristes no solo ornamentales. 

Sin embargo, bailamos dramas y escuchamos de fondo en consultorios médicos y elevadores algunas músicas exquisitas. 

El reto y el problema sigue siendo filtrar el pensamiento en un mundo donde se ha privilegiado lo contrario y cómo dice Silvio “el problema señor, sigue siendo sembrar amor”

 

 

Imagen: El autor es Joao Rodríguez la obra “El viento y lo que fui”

Acerca del autor
Cantautor, es uno de los representantes más notables de la nueva trova mexicana. Como solista ha grabado Disímbolos, Acerca de soñar, Una cascarita en directo, Plural Espejo, Así, Hay un hombre que camina y Canto Nuevo para Niñ@s.
Cuenta con un libro de narraciones donde muestra, en tono autobiográfico, el paisaje de su natal Topolobampo, da conciertos y giras, realiza actividades educativas y musicales para la niñez, escribe música para teatro y se mantiene activo con diferentes enfoques y dedicando su vida al arte.