Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Hablar es necesario, cuando hay que hablar, hablar con uno mismo y callar con uno mismo, me temo que ayuda.
Mi cerebro es un hilo interminable de diálogos, sin mucho filtro, todo el tiempo enuncia. Creo haberle escuchado a Andrés Calamaro la frase “violencia intelectual” y es por ahí que va mi texto, miscelánea este domingo.
Ayer sábado comentaban mis hijos, el suceso de un conocido que quiso auxiliar a alguien que había pedido ayuda en redes sociales y al parecer estaba en problemas con algunos hampones. No lo contaré a detalle, porque además solo sé la parcialidad del caso, la cuestión es que, este joven denuncio y logró ayudar a quien estaba en problemas. Después, le advirtieron que se había metido con alguien peligroso, luego estaba ya en otro problema. Su papá decidió poner cámaras en su domicilio y posteriormente vio letreros (con algo más amenazador y vulgar que esto que escribiré) algo así como “con todo y tus camaritas, te va a cargar…”
De inmediato, dije ante la mesa una insensatez, motivado por mi instinto paternal, expresé la necesidad de que se cortara de cabeza esa maleza y alguien me dijo, siempre hay otros malos y luego rectifiqué, yo sería incapaz de procurar el mal y estoy en contra de ello.
Me quedé pensando, cuestionándome, yo que hablo de paz, yo que quiero sembrar al corazón, y luego me digo, hay violencia.
Hace poco el boxeador empresario de sí mismo, el jaliscience, hacía alarde de insultos a otro empresario del boxeo en rueda de prensa, entonces el cuestionado deporte, ahí, en ese alternado, dejaba cualquier espíritu profesional y se tornaba más vulgar que de costumbre, violento que genera violencia.
Acabo de ver una película, que me llamó la atención por el elenco y por que era un estreno y en fin, no era mala película, pero al final acabé pensando, -una más de apología del narco.
El cine de Coppola, tenía una violencia triste, melancólica, había algunos personajes simpáticos, muy italianos, muy latinos y se podía ver, ese arraigo familiar que solían dibujar en su forma sociocultural. Acá me da la impresión de que guionistas y directores, entre otras seducciones de venta, lo que hacen es indagar en la psicología de un desalmado líder que, como suele suceder, muestra amor a algo, muestra ciertos rasgos de protección, ya sea a un niño, a una mamá, a una mujer, además se quitan el sombrero ante la imagen de un santo o una deidad, ante la virgencita por ejemplo, luego simultáneamente hacen y ordenan diligencias de la más horrible índole. Entonces mi pregunta es cómo se ve lo que se ve, desde qué óptica, ángulo recibes una (dudo en decirlo) “estética”.
Violento es el pensamiento, violento el fútbol, mira que ir a toda adrenalina correteando un globo inflado y ya lo he dicho violentas las canciones.
Nadie se escapa. Qué pasaría si a tu película, la diaria la llenas de amor, amor a ti, amor a todo, entonces recordaríamos al Gandhi, a Mandela a Rigoberta. Qué pasaría si nivélanos la balanza con arte, belleza y pensamiento amoroso y lejos de dogmas vemos todo lo que queramos ver sin que nos lleven a este desastre y elegimos bien esa película que somos, ya que los que hacen su película horrenda, tengan un poco de sosiego en una mayoría que está despierta, si es que, (se vale soñar) se despierta.
Buen domingo
Qué tal si escuchamos “Venga la esperanza” de Silvio Rodríguez
Foto de Marc-Olivier Jodoin en Unsplash