Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Aeropuertos:
Lugares del mundo exasperantes, laberintos y pantallas de itinerarios que duran lo que un suspiro, lugares caros, residencias fugaces, multicultura en tránsito, cátedra de mala logística, celebridades y farándula entre pasillos, negociantes, empresarios, vendedores, estafadores, nostálgicos, políglotas, madámes, hijos pródigos, pseudo hippies en primera clase, con manta importada, equipos de competencia olímpica, gendarmes, cocineras, lavaplatos, oficiales, capitanes, capitanas, pilotos, mozos, azafatas y yo, queriendo encontrar dónde comer, que me apetezca y que me convenga y que sea lo más cómodo posible. Pido mucho, pero lo encuentro.
¿Qué es una guitarra? Es un instrumento de cuerdas que me da trabajo y sobre todo me da vida, mis manos y mi canto flotan bajo su sonido y el tiempo se vuelve un poema, ¿qué es una guitarra en su estuche? para mi es lo que acabo de decir, metida en una caja que la vuelve menos vulnerable al trajín y a pequeñas o grandes colisiones.
Para la línea aérea es un artículo que lleva costo adicional de viaje, (adicional a las maletas, a los artículos personales), para la tripulación a bordo es un bulto condicionado a espacio, para mí es el estrés de sus maderas y cuerdas yendo al garete en bodega de equipaje no presurizada, con presión y maltrato de maleteros que usan las maletas como lanzamiento de bala al estilo de Ryan Crouser, para los viajantes es un objeto estorboso, sin embargo, lo cobran bien las aerolíneas.
Entonces ahí voy, primero a sufrir la documentada que es, regularmente voraz, no hay, me temo, aerolínea que se salve, luego, haciendo uso del suspicaz protocolo, ser interceptado por un trabajador de la logística que te dice estar enterado de la situación y que el artefacto se baja y cuando argumento que mi viaje es con conexión, cambia y decide que me la lleve arriba. Luego la siguiente conexión, -bajaremos esa guitarra- y explico que debe ir en cabina presurizada, la condicionan a espacio, entro y encuentro espacio, uf, llegué.
Hay que regresar a casa, cansancio, documentación, reconozco que noto más amabilidad en aquella ciudad pequeña y me digo, ¡pasó!, luego conexión, vuelvo al aeropuerto gigante de la Ciudad de México, por cierto, en el viaje de ida iba un ex portero y figura pública, en el aeropuerto de regreso en conexión, pasa frente a mí un comediante famoso de los noventas, en fin. Fila de abordaje, ocurre más o menos el siguiente diálogo -su guitarra se baja, me dicen, -está pagada, -no para ir arriba, -ya me aventé ese viacrucis y se fue arriba, por favor, -todos los aviones son diferentes -es un instrumento delicado, si gusta verlo, -le creo, pero no puede ir arriba.
Ocurre entones lo mismo, la documentan y la condicionan a espacio, todos los que van abordando, naturalmente, llevan su prisa, su histeria, su cansancio, su felicidad, su película, tengo que hacerme espacio con un bulto en la mano que no encuentra sitio, ya en el vuelo anterior un señor había dicho, “esa cosa quita mucho espacio” y estaba enojado porque su maletín estaba en el guarda equipaje siguiente, en este último, no encuentra lugar y llevo algo que me hace notar entre los demás, ahí voy de aquí para allá por el estrecho pasillo, con gente que ya quiere, se solucione todo para levantar vuelo, como que no cabemos, ni el que la lleva de aquí para allá, sin sentarse y esperando solución, ni lo que voy cargando, que por cierto, es más ligera que una maleta y está pagada como instrumento musical.
No le encuentran lugar. Les suplico, con angustia verdadera que la traten bien, que la amarren y que no la pongan debajo de nada. Llego y (esta vez, porque ya me ha ido mal con liras) todo bien con mi morena.
Todo esto, me temo, se compensa, son quizá pequeñeces, no es más importante que lo vivido, el haber estado en Alamos Sonora, la tierra del Dr. Alfonso Ortiz Tirado, donde vivió la María Bonita de niña, el haber recorrido sus calles, y haber tenido un hermoso concierto en un festival muy añorado por los músicos, el festival de Alamos Sonora, el FAOT.
Soy un enamorado de lugares así, tan cerca de mi lugar de origen, con gente que parece haber salido de una novela de Garcia Márquez, señoras que bajo el sol se reúnen en las plazas, con sus sombrillas para ver una orquesta, en los recintos para presenciar un concierto de piano a cuatro manos, gente que habla un lenguaje conocido por aquellos años en que fui niño, un pueblo colonial con sofisticación de estar en gentrificación y mixturado entre oriundos, descendientes de españoles, indígenas y norteamericanos que han arribado a su magia.
Había preparado ese concierto con mucho amor, llevé esa guitarra, que solo uso en momentos especiales. Preparé un repertorio audaz, me arriesgué, porque no soy un show man, ni un cantante de bar, mis canciones no se parecen mucho a lo que se consume en los bares.
Me programaron en un foro muy bonito, donde la gente va después de la jornada cultural y cierra el día, donde la gente, un poco ya en actitud de fiesta, siendo que (yo creo) que mi música intenta ser para poner oído y oírse a sí mismo, cosa difícil, pero qué más pedir, estuve ahí y ese es mi trabajo, todo fue más hermoso de lo que esperaba, ya los del festival valorarán la logística y yo les aplaudo porque es un trabajo colosal y me quedo con que me preparé y di el corazón, que sonó muy bien, que mi guitarra ¡estuvo ahí! (la guitarra que regularmente se queda en casa por ser tan preciada) que hubo gente del festival, que me dijo, “he escuchado a muchos, créeme y lo tuyo es punto y aparte” y otros halagos que no los digo, porque no quiero ser, lo que quizá ya estoy siendo, imprudente, vanidoso, sin embargo, por qué no decirlo, si fácil no ha sido, si agradezco cada oído y cada espacio digno, para una canción que ha sobrevivido y sigue sobreviviendo con dignidad y sin ceder ni un poquito a la voz de la vida artística que busco, que procuro y vivo, y qué sé yo, mejor me quedo con eso, que créanmelo, no es poco y llegar ahí, donde puedo cantar así, después de aerolíneas y aeropuertos histéricos, me hacen, me regalan, nos permiten, nos encaran con toda la belleza que se necesita y que necesitamos quizá, para ser muy felices aquí y ahora, en esta vida, fugaz e inconsútil y lo digo, es decir, lo escribo aquí, también, para compartir pequeños sueños cumplidos, que guardaré en el alma. Gracias.
Para ustedes “La voz que llama” aquí el enlace. Dos versiones muy diferentes, la de Spotify y la de YouTube
. ¡¡¡Feliz domingo y muchos abrazos!!!
Foto: Juan Casanova cortesía de ISC