El éxito
El éxito
Anoche me preguntaban en una reunión a la que fui contratado para cantar, sobre qué es ser artista, la pregunta era, cómo se cuestionan o se afirman la posibilidad de ser artista. La pregunta, inesperada juega una trampa …
Hay cosas en la vida que no las elegimos, y una de ellas es ser el hijo mayor, lo que te convierte en el hermano mayor, el que debe poner el ejemplo decía mi mamá. No cabe duda que es una gran distinción, pues es el que le dió el título de papás a sus padres, a veces ese hijo mayor también otorga el título de abuelos a los padres de sus papás, es decir, no es cualquiera, ¡es el hijo mayor!, no quiero decir con esto que los demás hijos no sean igual de importantes, todos lo son y cada uno marca la vida de su familia.
El hijo mayor no pidió esa jerarquía, simplemente le tocó, y cuando se es niño, no se dimensiona lo que significa, tiene sobre sus hombros la carga de ser el mayor. Primero la atención de sus papás es únicamente para él, su esfuerzo, energía, alegrías y hasta el presupuesto solo lo dedican a él, luego llega el primer hermano y por fin ya no está solo, ahora tiene un compañero, alguien que con quien compartir las aventuras y por fin lo tiene para él, pero ¡oh sorpresa!, no dejan que lo agarre, ni que grite, aunque lo haga de alegría por la llegada de su hermano, y empiezan las confusiones, después la casa se llena de personas, algunas ya las conoce, hay otras que nunca en su vida las ha visto, y la mayoría solo le presta atención a su hermano, incluso le llevan algún presente, mientras su confusión sigue creciendo.
Con el paso de los años lo que escucha el hijo mayor casi siempre es “cuida a tu hermano, eres el mayor”, “pórtate bien, eres el mayor” “pon el ejemplo, eres el mayor”, “no, tú quédate con tu abuela, eres el mayor”, “enséñale, tú ya estás en tercero y tu hermano en primero” y lo siguen limitando solo por el hecho de ser el hijo mayor, aclaro que no siempre es así, por lo general sí.
Eso es algo de lo que viví, pues soy la hija mayor de dos, y cuando me convertí en madre, cuando vi a mi primer hijo, me prometí no limitarlo por el simple hecho de haberle tocado ser el mayor. Y fue así que no le arrebaté la alegría cuando nació su hermano, él siguió corriendo y gritando por los pasillos de la casa, brincando en la cama aunque su hermano estuviera acostado, abrazarlo y cargarlo cuando él lo deseara; cada fin de semana por las mañanas, apenas abría sus ojos, acostaba a su hermano con él, entre dormido y despierto estiraba los brazos para los dos acomodarse, yo le ponía su película infantil favorita y ahí se quedaban juntos, mi remolino se apaciguaba para tener pegado a su pecho a su hermano, no me importaba si mi bebé aún seguía dormido, lo sacaba de la cuna para pasarlo a la cama de mi hijo mayor, y sí tenía hambre, mi amor chiquito le daba el biberón, siempre bajo mi cuidado.
Mi cansancio era ignorado a la hora del baño, era más fácil bañar al bebé rápido, pero tenía un ayudante feliz de lavarle los pies a su hermano y pasarme el jabón, tallarle las piernitas, echarle agua, todo el proceso era tardado y cansado para mí, no importaba, era más importante demostrarle a mi hijo mayor que tenía un hermano y que era suyo para disfrutarlo. Cuando balbuceaba mi bebé yo hacía de traductor, sí, efectivamente, me convertí en experta en traducir los balbuceos de un bebé de dos meses, siempre le decía a mi hijo mayor lo que su hermano le “platicaba”, y entonces había un dialogo entre los dos, la hermosa sonrisa y los ojos desorbitantes de alegría de mi primogénito me llenaba el alma, aún tengo grabada esas imágenes las cuales atesoro como el más grande de los diamantes.
Siempre busqué la manera que mi hijo mayor tuviera un vínculo especial con su único hermano, sin la carga que alguna vez sentí, les digo que ninguno es responsable del otro, que se apoyan y ayudan mutuamente, que no por ser el mayor es responsable del menor y viceversa.
A pesar de todo mi esfuerzo, mi hijo mayor tuvo varios intentos de tomar una carga que no le correspondía y que nadie le dio, ¿acaso es un síndrome que los hijos mayores inevitablemente padecemos?, Se sentía responsable de mí y de su hermano cuando su papá salía de viaje por trabajo, pero gracias a que soy la hija mayor, siempre identifiqué a tiempo las señales, y cuando fue necesario busqué ayuda profesional. Ahora mis hijos son universitarios y tienen conversaciones interminables, ni idea que tanto platican, solo los veo al pasar que platican siempre muy animados, se pelean como hacen los hermanos, pero están ahí uno para el otro.
No culpo a mis padres por su manera de delimitar la jerarquía entre los hermanos, ellos no tienen la culpa, así fueron criados, fue parte de la cultura de esas generaciones, ni siquiera se dieron cuenta, que su hijo mayor era un niño, un niño que quería disfrutar igual que sus hermanos, sin limitantes solo por ser el hijo mayor.
Por un suceso muy estresante en mi vida, entendí que los hermanos menores tienen la capacidad de intercambiar los roles cuando su hermano mayor los necesita, dejarme caer en los brazos de mi hermana no fue fácil, porque quien siempre debía estar fuerte y protegerla era yo, pero ella ahí estaba, ofreciéndome su apoyo con una mirada de profundo amor y entonces, me dejé abrazar, y dejé mi rol de hermana mayor, me hice pequeña y me fundí en su abrazo protector.
Siempre hay que estar atentos y romper cirulos, hacer lo que nos haga felices, pero que los demás también sean felices sin importar el lugar que tienen en la familia.