Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
SAN FRANCISCO
Alejandro Chávez vivía en San Francisco California. En esa temporada, caminó muchas calles, recorrió con su vista el arte de hacer vida en tierra nueva. Ha sorteado una vida que ha sabido resolver y he sido testigo de ello y de sus canciones, es un arquitecto de rolas, charlar con él, es un regalo y en el tiempo que tengo vivido a partir de mi juventud, él es pieza muy importante, (esencial y hermosa pieza) en el tablero de mi vida, antes convivimos, él, casi un niño, yo guitarrista de su mamá Adi Rodríguez y al pasar el tiempo, compartimos amigos, nos tocó el movimiento de Roleros en el 97, nos reuníamos en cafés en Guadalajara, nos vimos en Ciudad de México, me hospedó en Tijuana una vez que fui a cantar, ahí también vivió, por cierto, una vez vimos en playas algo inexplicable, se erizó el mar como si pasara un submarino o una especie de cardumen gigante a gran velocidad, ¡qué tarde aquella!, nunca supimos qué fue aquello, pudo ser un aparato acuático, una cosa de dimensiones colosales que erizó el mar, cuando caminábamos la orilla.
Las caminatas a orilla del mar con él han sido memorables, desde San Francisco California, hasta San Pancho Nayarit, aquel año que me lancé con mi tristeza (andaba tristeando) a cantar a una galería, Alejandro me consiguió un concierto, -cómprate un vuelo y lánzate, algo bueno puede suceder, me dijo y tenía razón y le agradezco, porque sucedió todo lo bueno.
Aquel primer concierto que mi pellejo en huesos enfrentó, fue el encuentro mágico de la vida con Mariana Landeros, ahí presente esa noche en el público, elegante y linda, la recuerdo ahí entre los asistentes. Mariana es tan admirable, ¿cómo no va a serlo, si la gente generosa siempre deja huella? con sus dos hijos, con su sonrisa querible y el quererla tanto, admirarle así, verdaderamente como un pilar de los pilares, lo que yo hubiera querido ser si fuera mujer, y cuando la conoces, siempre amable y siempre inteligente, tiene la fuerza de permanecer en uno, le tengo una gratitud que no me alcanzaría la vida. Ella me propició dos o tres visitas a San Francisco los años posteriores y siempre colaboró con algo para mis presentaciones.
También ahí estaba Manuel Trujillo, recuerdo haberle visto entre el público y pensé, ese cuate sí que tiene porte. Claro, lo supe después, que es un alteño de Lagos de Moreno, Jalisco y es de mi generación, un año menos, ya cuenta como contemporáneo. Manuel, interesado en la cultura, guitarrero y gran tipo, nos alegra mucho siempre, lo siento como de mi familia, con la confianza de regarla, porque vaya que he explotado, con papelones, cuando haber salido de migración con una tremenda realidad mexicana de supervivencia a todo terreno y haber enfrentado la amistad de frente a frente, nos hace más cercanos y él nos hace reír, es un tipazo y un honor quererle tanto. Hizo posible algunos conciertos míos en San Francisco.
Hubo noches de reunión en casa de algún conocido pintor, de la comunidad de artistas norteamericanos, noches en las que cantábamos en las calles, recuerdo algunas anécdotas, como la vez que un hombre de casi dos metros, afroamericano, se unió a nuestro canto rapeando con buen beat, sin embargo, profería algunos insultos, (clásico del rap) mientras yo cantaba “Pirata” y mis amigos lo pusieron al tanto de que eso no era el juego, otra vez que un norteamericano al escucharme me dejó un audio, que luego me tradujo Alfredo Gómez, dónde me decía cosas lindísimas, otra ocasión donde un joven anglosajón me dibujó en plena función, una caricatura que por ahí conservo, otra más en que en la euforia de la noche de bar en bar, mi amigo Ivan Nuñez, me mostró en su celular sus obras pictóricas y le dije que me gustaban mucho, tanto que una de ellas se convirtió el la portada de mi álbum “Canto nuevo para niñ@s”
Hay una comunidad de hispanos que han hecho su lucha y se juntan a cantar con Francisco Ferrer, en un tiempo organizaba muchas actividades Carlos Disdier, puertorriqueño, con Fernando Romero, que en paz descanse y también en paz descanse Alberto Toscano pintor y amigo que me tocó conocer en esta vida y en mis idas a San Francisco, entre largas noches de farra en casa de María y Ramiro, les decía a los anfitriones halagos a mi persona, que incluso me llegó a decir discretamente.
El día que supe su muerte le escribí este texto:
Hoy se unió a la luz. Se fue y se queda para siempre nuestro amigo que conocí allá en San Francisco California: Alberto Toscano, vuela libre a las estrellas.
Mi gran Alberto Toscano
dije, algo indiscreto
díganle cualquier secreto
que revele el arcano
tanto amor de ser humano
das y te recuerdo siempre
entre canciones, silente
de Michoacán, Argentina
a California, la esquina
¡vivimos!, mi gran hermano
Escribo desde el frío
hoy estás en mi oración
siempre, tú en mi corazón
hago recuento, sonrío
halagas amigo mío
comparaste a Sabina
mi rola, que no termina
y me doy por bien servido
que has sido gran amigo
tu oído, mi medicina
Dije, léanle poemas
canciones, sí, que escuche
escuchar es pa’ que luche
un regalo, un poema
el amor es siempre tema
de ayer, de cada instante
presente, andar errante
tus empanadas tan ricas
esa sonrisa que aplicas
Alberto Toscano, avante.
Verónica Escamez, mueve a una comunidad cultural en Redwood City, sabía que extrañaría platicar con ella, activa, inteligente, lectora, informada. Ahí había una radio difusora de la propia comunidad a la que asisten, salvadoreños, ecuatorianos, bolivianos, en fin, mucho hispano y sobretodo mexicanos. Verónica es descendiente de españoles y su familia vivió el horror del régimen de Franco, todo eso la llevó a echar raíces y dejar su legado imborrable, en la zona y sigue incansable produciendo cultura. Con ella fui un par de veces e incluso canté para los niños del círculo cultural de Redwood City.
Martha Celis, bailarina que nadie pensaría que es tapatía, creí, incluso que era europea cuando la vi allá, es muy adaptable a las ciudades, es una maestra de talento puro, sensible y creativa. Ahí la recuerdo cantando y hasta un día la invité al escenario, me llevó a cantar y le debo (me debo) una buena jornada de vino y platica con ella.
Cesar Cacho, querendón, apasionado, simpatizante de las izquierdas, ¡le tocó conocer a José de Molina!, es un carnal de los nuestros, un verdadero amigo, un licor de Dios (aunque creo que es ateo). Él ha apoyado mis periplos arriesgados por aquellas tierras.
El trovador Alfredo Gómez, de Guadalajara en origen, aunque ya muy californiano, ya adoptado y adaptado, ha sobresalido en el suelo americano, sí suelo, porque el sueño en él no tiene fronteras, un hombre bueno, muy sagaz e inteligente, que me regaló un estuche de guitarra y me compartió su escenario, nada menos que en el Teatro Cultural Mission Center, con algunos debates y discusiones que me he aventado en redes sociales con él, (parte de la amistad, diría yo) el recuerdo y sobretodo el reencuentro cada vez en persona, sobre todo allá en el Café La Boeheme, o en su auto, en las reuniones, pasándonos la guitarra.
En San Francisco toqué en la Valencia, en Flor de Café (tocada inventada, es decir, foro intervenido para tocar) en el Habana, en un café de la 25 dónde le canté a Dakota, una irlandesa que incluso salió en mi video grabado desde celular, con cámara muy precaria y editado magistralmente por Leo CM, tapatío avecindado en Sacramento de Arte Clandestino donde participa Artemisa Flores a quien conocí hace algunos años, cuando Manuel Trujillo fue por mi al aeropuerto y salió del elevador la gran Arte, a la cual adoro, amiga cantante del dueto “Arte” que es toda liviandad, toda felicidad, trascendida de muchas ataduras que ella no lleva, como un ser hermoso de este plano.
Recuerdo a Indira y Marck, un Barcelonés que también conocí en casa de María y Ramiro, es un hombre tan buenamente libre y gentil, que está muy delante del mundo, da gusto su vida, es admirable, una vez cruzaron en bicicleta desde Alaska hasta la punta del Cono Sur, en un viaje de cinco años del que salió ileso y hasta una señora les gritó ¡muchachos, qué manda están pagando! Cuando subían una cuesta. Indira su pareja chilena, tremenda actitud ante la vida, ambos son mi recuerdo entrañable.
Sandra Quiroz, es una chica de mi edad y digo chica porque en las bohemias, yo la veía más chica (es muy alta eso sí) tiene ese don de hacer sentir bien a todos, de llegar a todos, de ayudar y sonreír, de ser hermana. La recuerdo cocinando, la recuerdo buscando la forma de hacer sentir bien, de ayudar, la recuerdo, admiradora de la buena música.
Raquelin es tan amiga que a veces nos llamamos, nos conectamos ya y para siempre, los recientes años ahí anduvo y uno de ellos me dijo, déjame ayudarte, esto fue después de una función en un café de la Valencia y me llevó a cantar al área de San José, Campbell California y otras localidades de la bahía, sin tener qué ver con la producción de conciertos de música, solo por ayudar y hacerme su hermano, nos hicimos hermanos y amorosamente me dio una lección de detalles que debo corregir, quererme más, erguirme a la vida, saber quién soy, valorarme, saber cuidar y capitalizar mi trabajo, atendió mi corazón a tal grado que desde ese día las cosas me han funcionado mejor.
Allá mismo veía en las reuniones a Marina Lavalle, a esa cantante la admiré bastante de lejos, entonces supe, lo que se sabe y se corrobora y a la vez, se tiene la impresión de no saber, de a acudir a algo inédito, original, cuando escuchas una voz tan viva, tan fuerte, tan ella, en su interpretación, cambiando todo y llenando todo de magia, dimos unas funciones y es mi hermana mayor, esa peruana que yo quisiera que cantara siempre. Un día vino a México y en Guadalajara la llevé a la cantina La Fuente. Fue totalmente adorada, una estrella estremeció el lugar, entre cervezas y mareados.
He cantado en el Cultural Mision Center, con Alfredo Gómez, canté en Red Poppy Art House, en Redwood City gracias a Veronica Escamez y posteriormente a Martha Celis, en fin, seguro se me van muchos nombres y lugares.
Cuando niño soñaba con una ciudad así, era un sueño recurrente en el que caminaba por esas calles, al grado que llegué a creer que ya conocía la ciudad, cuando vi algunos sitios se me hicieron familiares, como deja bu, creí haber estado a través de mis sueños, quizá no sea ni deba ser creíble, y eso sea una loca fantasía, una alucinación, de la categoría de sucesos de los que no se tienen pruebas, pero tampoco dudas.
Hubo cierta gira, en el mismo año en que México se conmocionó por la matanza de los 43 estudiantes, ese año caótico y aterrador, en el ámbito social, enrarecido en mi país, llegué y había movimiento y manifestaciones al respecto. Estaban ahí una comitiva de padres de los desaparecidos y me tocó cantar en el evento. Ese día en las calles, caminando con mis amigos Manuel y Artemisa, de acera a acera me presentan a María y Ramiro y mi corazón late muy bonito al hablar de ellos, nos invitaron a comer y después del concierto hicimos un after en su casa, ahí nació un lazo más allá del bien y del mal.
María y Ramiro
habitan en mi corazón y son
Personas del tiempo
canciones, momentos
Pan de Dios
Ramiro es mi amigo
y lo escucho diciendo
lo excelentes que son
fulano, zutano
y me quedo asombrado
ante el gran anfitrión
María y Ramiro
habitan en mi corazón y son
Personas del tiempo
canciones, momentos
Pan de Dios
María es mi amiga
yo puedo confiarle
la vida en mi país
con ella no importa
si no soy correcto
callamos y a reír
María y Ramiro
con puerta en Dolores
ya llegué
les traje tonadas
no les traje nada
traigo sed
Descorchan el vino,
cerveza y el vicio
de amar el tiempo así
hablamos, cantamos,
reímos, lloramos
Yo Quiero estar ahí
María y Ramiro
su casa es su corazón y son
milagros del tiempo
caminos, encuentros
canciones, momentos
Pan de Dios
Viva San Francisco y aquí un poco, solo un poco, de lo que voy pensando y acomodando para entregar este domingo a ustedes.
Les dejo de nuevo una grabación informal a puro celular