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Por fin me jubilé

Por fin me jubilé

¿Qué sucede cuando alguien se jubila?, ¿Qué hace después?, ¿Cómo cambia su vida?, ¿Por qué se jubila sí aún esta joven?, esas y más preguntas rondaban en mi cabeza cuando inició el año en el que me jubilaría, algo que añoraba, que deseaba profundamente, y sí lo deseaba tanto ¿Por qué sentí tanta angustia e indecisión para iniciar con mis tramites prejubilatorios?.

Inicié mi vida laborar sin pensarlo ni esperarlo, hasta parece que inicié como cotidianamente se dice “de jugandito”; fue en mis vacaciones de aquel verano de 1994 y había terminado mi tercer año universitario, un día llegó mi novio (ahora esposo) a casa, y me comenta que una de sus hermanas me invita a cubrir las vacaciones de su secretaria, eran dos semanas, las últimas dos semanas que me quedaban de vacaciones, acepté, y así gracias a esa invitación trabajé por 28 años en mi alma mater.

Al terminar la universidad ya tenía un año trabajando, me sentí sumamente bendecida de ya tener un trabajo siendo recién egresada, los trabajos eran y son difíciles de conseguir, aunque no imposibles, a partir de ahí empecé a sentir la inquietud de crecer profesionalmente,  y con el paso de los años así fue, pasé de un área a otra, de un puesto a otro, unos con menos jerarquía que otros hasta llegar a ocupar una dirección institucional en mi amada universidad, fue lo mejor que me pasó, un gran reto, pero la mayor responsabilidad en mi vida profesional, a mayor responsabilidad, mayor estrés, ¡ya saben cómo es esto!.

Tuve periodos de mucho gozo por lo que realizaba, también periodos de apatía y desmotivación, muy parecido a la vida, tenemos días buenos y otros no tanto, pero no nos detenemos por unos cuantos días sin sol. Algunos compañeros se volvieron amigos, otros grandes amigos y algunos hasta familia. 

Pasó el tiempo sin darme cuento de ello, de pronto los de “mi generación laboral” se empezaron a jubilar, se empezaron a ir y añoraré también jubilarme, concienticé el tiempo que tenía trabajando y sobre todo, el tiempo que todavía me faltaba para poder gozar de ese derecho, eran una eternidad los tres años que aún me faltaban, pues me encontraba en total desmotivación.

Llegó la pandemia en el primer trimestre del 2020 y nos mandaron a confinamiento, el tiempo se detuvo, fue algo irreal, cuando menos pensé ya estábamos a octubre del 2021 y volvimos a la oficina, nos volvimos a ver y trabajar con mucho ánimo a pesar de las perdidas por la pandemia; ya no me faltaban tres años para jubilarme, me quedaba uno con dos meses; un año después de regresar al trabajo presencial ya me faltaban dos meses para “por fin jubilarme”, y entonces me entró el agobio y la incertidumbre, más de uno de mis compañeros de las diferentes áreas me animaban a quedarme, se volvieron el diablillo que me hablaba al oído y me decían “no te vayas, estás muy joven”, “no te jubiles, tus hijos ya están grandes”, “quédate más tiempo, tienes mucho que dar”, “pocas personas como tú”, lo único que provocaban era que mi agobio e indecisión acrecentaran más, porque además nuevamente el gozo del trabajo me tenía arropada, visualicé grandes logros y eso era algo que no quería dejar, realmente no quería irme.

Dí todo de mí en los últimos cuatro meses, me quedaba horas después de mi turno, llegaba entrada la noche a casa y temprano ya estaba en la oficina, mi cuerpo empezó a resentir las largas jornadas de trabajo, dejé de compartir la mesa con mi esposo e hijos y disfrutar nuestras eternas y agradables sobremesa, delegué mis funciones a mi personal para poder atender las de otras áreas que me encomendaron, aún así seguía mi indecisión por iniciar mis trámites prejubilatorios.

Un día reflexioné, recordé mi plan de vida para cuando me jubilara, visualicé a mis hijos, mi esposo, concienticé lo que mi cuerpo empezó a gritarme, recordé mi edad y como por arte de magia, todo aquello que me impedía dejar mi vida laboral con la que ya había cumplido desapareció, se abrió el cielo, las nubes de incertidumbre se fueron, brilló el sol y volví la vista a lo que siempre soñé, estar en casa para cuando mis hijos y mi esposo llegaran.

Intentaron convencerme de quedarme y atrasar un año más mi jubilación, pero ya nada me convenció de lo contrario, nada de lo que me ofrecieron me pudo hacer cambiar de idea y por fin me jubilé. 

Apenas tengo tres meses y medio que estoy ciento por ciento en casa, no ha sido fácil, sigo adaptándome a esta nueva etapa, de repente siento que hay muchas expectativas sobre mí y me da miedo, pero disfruto de esta “nueva” libertad, adquirí nuevos compromisos que me están ayudando de manera personal, mi hogar está ordenado, mis uñas pintadas y la comida caliente. Estoy segura que pelearme todos los días con la escoba y el trapeador, no lo gozaría de misma manera en cómo lo hago ahora, ya que parece ser una novedad hacerlo con tranquilidad y no a las carreras y a medias porque el tiempo no alcanzaba, estaba dividida en dos, mi trabajo y mi hogar y había que cumplir con ambos.

Es importante aceptar que hay periodos, que tienen un inicio y un final, que no se termina lo que tenemos para dar cuando concluye un periodo, porque siempre habrá uno por iniciar. No me arrepiento de jubilarme, era mi momento, siento paz al ver lo que dejé para vivir y disfrutar plenamente de mi familia. Inicio un nuevo periodo en mi vida.

 

 

Foto de Aaron Burden en Unsplash 

Acerca del autor
Egresada de la Universidad de Occidente y jubilada de la misma. Esposa y madre que disfruta de compartir sus vivencias.