Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Luna y Gael están enamorados. Ambos son de mediana edad, llevan una vida resuelta en lo económico, frecuentan a sus amigos de siempre, uno de ellos es Waldo. Waldo está casado con Sofía, Waldo se dedica a la danza, ¿cómo se puede ser bailarín? le dice Luna a Gael, mientras endulza el café y Gael, con un refresco en mano, le mira amoroso y le dice, es afortunado, de ser un maestro de la danza no me gusta decir bailarín, añade, me suena despectivo y estar casado con Sofía, que ejerce de psicóloga y es muy connotada. Gael continúa diciendo, tú y yo somos afortunados de ser figuras públicas y dedicarnos a esto, de crear contenido. Sí, contesta Luna, ellos son como de otra época, no lo creo, responde Gael, hay una relatividad en ser, hacer, tener, dar, dejar y recibir, balanza de materia y espíritu, realización y concreción. Ya te pusiste filosófico, contesta Luna, y no te entiendo, añade, ganamos mejor que muchos y eso es un privilegio.
En eso, el gato se acerca a Gael y Luna corre a la ventana del fregadero a respirar aire de afuera, como espantada, -¿ya viste eso? Le pregunta -¿te refieres a lo de “Nipo”? Le dice refiriéndose al gato que así se llama. -sí, ya sabes que soy alérgica y quiero vivir contigo, ni modo, tienes que elegir entre el gato y yo.
Nipo, el gato, era un ser muy casero, en las tardes se adueñaba del sol que entra por la sala, tenía sus juguetes y ronroneaba siempre a Gael, movía su cola con elegancia y no daba ninguna molestia, iba a su arenero, corría con gracia y en silencio persiguiendo sombras y se acostaba a recibir cariños en la barriga, de color azul sus ojos y su mirada de gato, cada gato es una mirada única, son seres que parecen tener dominio del tiempo y del espacio e indescifrables a la lógica, afectuosos aunque no parezca, su lealtad está en ser, en estar, no en zalamerías caninas o humanas, ellos son una especie de lujo silvestre en casa. Nipo, estaba en todos lados y en ninguno.
Llegó la noche y Gael pensaba en Waldo, en Sofía, que siendo psicóloga, tenía una lucidez para lo práctico y había planeado un viaje a Paris para festejar a los futuros esposos amigos y había gestionado que el genio de la danza, de su ya marido, diera una master class en Montparnasse, y Toulouse, presentándose con una orquesta. Waldo ganaba lo justo, a veces discutían ese asunto en casa, entregado a su vocación y oficio, porque además hacía poemas, cantaba un poco y era totalmente un hombre de las artes, todo eso pensaba Gael, en aquella noche de insomnio, pero lo que más pensaba era en la boda, luego en Luna y pensaba en su gatito, su amigo de siempre y lloraba.
Apenas durmió y sonó el despertador, se levantó rápido, se vistió, tomó un café a prisa, tomó a su gato, con croquetas y una pequeña jaula, lo subió al auto y llorando fue a las afueras de la ciudad, atravesando puentes, bulevares, pasos desnivel, tomando incluso carretera y llegando a una ciudad perdida en la periferia. Bajó del auto y tomó a Nipo en su jaula y viendo a unos niños jugar, les dijo, -¿lo quieren? Es muy buen gatito, la mamá estaba ahí en el porche de su casa y alcanza a escuchar, todo indica una familia educada, sale y se saludan y dice -ay qué lindo, ¿por qué lo regala? Gael le explica con detalle que se va a casar y su prometida es alérgica a los gatos. La mamá le pregunta al hijo que estaba en su bicicleta, ¿lo quieres? El niño asiente.
La señora lo recibe y le dice, se queda en buenas manos. Gael regresa a casa llorando.
Al otro día ya más aliviado llegan sus amigos a desayunar, hablar y acordar detalles del viaje en puerta, se reúnen Luna, Waldo, Sofía en casa de Gael. Están todos en la mesa y se quedan atónitos. Nipo entra se asoma por un ventanal, Gael le abre, Nipo come y toma agua y se va para siempre de la casa.
Gracias por leer. Feliz domingo.