Es
Todo el tiempo para mí, como si no hubiera pasado, cual ningún lazo en otro lugar, como la vida ahí y ahora, por lo menos en un tiempo breve, de varios días y noches.
Ámsterdam: que hablando inglés, el idioma …
Donde nadie me llama
El viento ahora, tiene un sonido que canta, es la mañana del siete de septiembre. Hay mucho silencio en casa, los perros, que no son pocos, están descansando de haber relamido sus platos, este silencio se romperá en un dos por tres, cuando escuchen un sonido irregular, hasta ahora no les ha inquietado el pasar de los autos, silenciosos que asemeja al viento, que es fresco en esta mañana.
Pudieran prescindir de mí estos perros, me pregunto, ahora no, me respondo, estarían un poco desconcertados. Mi esposa y mis hijos andan en Japón, yo me quedé aquí por cuestiones, no digamos de trabajo, de obligaciones suena más preciso, entre ellas cuidar a estos perros que son tan mimados y ya en unos días de ausencia de sus dueños, celebran como nunca mi entrada a la puerta, pues llegó su proveedor y compañero, quien les lleva a pasear y les habla, con uno que otro regaño leve. Ya me toca en unos días volar a Japón.
Siento que me ausenté un poco de donde nadie me llama. Quienes o que sitio no me llama, no sé, quizá de opinar donde se opina, quizá distraerme de mi mismo, ahí nadie me llama, es un fuego que se consume solo y opinar es meterse al fuego.
Estar solo con uno, es un entrenamiento mayor, saberse querer, saber medir el agua, intuirse. Opinar, tener la razón es algo violento y vaya que hay momentos en que me arremango la camisa y sin asepsia allá voy y me arriesgo.
Ahora llegan voces, voces como las voces que están en subterfugios, que me dicen, deberías ser famoso, por ejemplo, y otras voces que escucho parloteando e insensatas y no me entrometo, porque ahí nadie me llama, me digo y (qué bueno) me quedo muy calmado, viendo cómo puedo amar sin decirlo y cómo puedo amar cuando me llamen y cuando, sobre todo mi voz, mi pequeña y grande voz, me diga, ve, te llama el amor.
Hace poco di una función, invitado por el trovador Fernando Escobar. Al final se acerca una señora, me dice, a lo mejor tú me puedes cumplir un sueño y contesto, soy especialista en cumplir sueños. Al tiempo me llama y me dice que desea tener una canción, que diga su sentir, acerca de la partida de su querido hijo Raúl, quien murió hace trece años.
Tuvimos unas reuniones que fueron como catarsis y resultó una canción sanadora y además compuse otra, ya de mi parte para ellos. Por lo pronto les comparto mi canción “Raúl” que fueron tal cual, las palabras, el sentir de Aida Cervantes y yo intervine solo dándole forma y medida para realizar esta pieza.
Además, la melodía viene de mis sueños, tengo tiempo capturando ese tipo de melodías y por eso, es un honor compartir esto, que viene de donde sí me llaman.
VIDEO: Raúl
Foto de Cristian Felix